El envejecimiento es una de las diferentes etapas que experimentamos a lo largo de la vida. Es un proceso natural, gradual y trae muchos cambios. Cuando alcanzamos este punto, nuestro cuerpo suele perder fuerza, flexibilidad y equilibrio.
Además, no solemos tener el mismo nivel de energía que antes y somos más vulnerables al desarrollo de enfermedades o condiciones crónicas, como la hipertensión arterial, Alzheimer o la EPOC.
Por esa razón, las personas se enfocan en mejorar su dieta y agregar más ejercicio a su día a día, ya que estos hábitos saludables pueden tener un impacto positivo en su salud física y mental.
Sin embargo, no tenemos que esperar hasta la tercera edad para mejorar nuestro estilo de vida. Lo que comemos, hacemos y disfrutamos en nuestra juventud pueden influir en nuestra vejez.
Nuestros hábitos juegan un papel fundamental a lo largo de nuestras vidas. La mayoría tienen que ver con nuestras dietas y rutinas de ejercicio pero esto incluye mucho más, desde el consumo de tabaco, alcohol u otras sustancias que podrían ser perjudiciales para el cuerpo hasta la forma en la que creamos vínculos o conectamos con otros.
Durante nuestra juventud o adultez temprana, la forma en la que cuidamos de nuestra salud debe enfocarse en la prevención en lugar del tratamiento, ya que probablemente no desarrollaremos enfermedades y nuestro cuerpo estará en las mejores condiciones. Esto nos ayudará a mantener nuestras habilidades físicas y cognitivas.
¿Por qué debemos priorizar el autocuidado?
El autocuidado debería ser una parte fundamental en nuestro estilo de vida y una pieza clave en la creación y desarrollo de hábitos.
Cuidarnos a nosotros mismos también involucra muchos aspectos de la vida diaria. Lo primero que debemos hacer es identificar lo que necesitamos, dando siempre respuestas honestas.
Después, debemos tomar decisiones que nos ayuden a satisfacer esas necesidades físicas, emocionales, mentales, espirituales y financieras de forma sana, reconociendo que tenemos responsabilidad sobre nuestro bienestar y que nuestras acciones tienen consecuencias.
En este sentido, el “autocuidado” no solo se trata de ejercicio y buena alimentación. De hecho, puede ir desde descansar después de un largo día de trabajo o llamar a un ser querido hasta participar en una actividad recreativa para distraernos o identificar los hábitos que han podido tener un impacto negativo en nuestras vidas.
Podemos definir este término como todas las acciones que tomamos para mejorar nuestra salud física, mental, emocional o espiritual, incluyendo las siguientes:
Como mencionamos, todos estos hábitos son indispensables durante la vejez pero pueden tener un impacto incluso más significativo en nuestras vidas si empezamos a implementarlos mucho antes que lleguen nuestros años dorados.
Lo que hacemos hoy puede influenciar nuestro futuro en todos los sentidos. Si mantenemos una dieta balanceada, hacemos ejercicio y vamos al médico constantemente, probablemente disfrutemos de una mejor salud en la tercera edad.
Además, cuidar de nuestras emociones y las relaciones que entablamos con otros y con nosotros mismos desde la juventud y la adultez también nos permitirá tener una mejor salud mental durante la vejez.
En otras palabras, los hábitos saludables tienen una gran influencia en nuestro pasado, presente y futuro.
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