Aplica estos consejos para evitar que la movilidad de tu adulto mayor disminuya

Movilidad y Autonomía
Salud del adulto mayor
Isabel

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La pérdida gradual de la movilidad en tu adulto mayor es una complicación que, de no tratarse, aumenta la probabilidad de que contraiga enfermedades y reduce su independencia.

Para evitar el postramiento total, a continuación te explicamos la importancia de que tu ser querido reciba un tratamiento adecuado y recomendaciones que reducen el deterioro de funciones motoras y aseguran su autonomía.

¿Por qué es crucial estimular la movilidad en la tercera edad?

Con el paso de los años, el cuerpo de un adulto en proceso de envejecimiento sufre cambios que afectan sus habilidades físicas y mentales, y más cuando lleva un estilo de vida sedentario.

De no fomentar prácticas que le permitan estar activo, el Área de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile advierte que la inmovilidad propicia la aparición de los siguientes problemas:

  • Sociales: pérdida de empleo, de actividades de esparcimiento, de relaciones sociales y de la capacidad de autocuidado.
  • Psicológicos: depresión, temor a las caídas y pérdida del control.
  • Físicos: caídas, incontinencia, pérdida de fuerza y capacidad aeróbica, alteraciones metabólicas (disminución de glucosa, balance negativo de calcio y nitrógeno), úlceras por decúbito, contracturas, trombosis venosa profunda y embolia pulmonar.

Por todo esto, es importante proveer cuidados especiales que disminuyan el riesgo de sufrir una calidad de vida restringida y en rezago.

¿Cómo evitar la pérdida de la movilidad en alguien mayor?

La inmovilidad es un problema que se agudiza con el paso de los años y que afecta de manera negativa el bienestar. Para minimizar sus consecuencias y garantizar una capacidad de movilización apropiada, el libro “Tratado de Geriatría para Residentes” propone que implementes estas medidas:

1. Facilita que haga ejercicios.

Mantener un buen grado de movilidad es posible gracias a la actividad física. Las rutinas deben incluir ejercicios de:

  • Potencia o fuerza muscular: realizar con ayuda de pesas y poleas, uso de escaleras y escalones.
  • Resistencia: practicar marcha, caminata ligera, ciclismo o natación.
  • Flexibilidad: incluir estiramientos musculares de forma activa o pasiva.
  • Mantenimiento: subir cuestas, escalera y peldaños, ir en bicicleta o nadar.
  • Equilibrio: bailar o hacer Tai Chi o cualquier deporte de bajo impacto.

2. Garantiza un ambiente cómodo y seguro.

Es importante que adaptes el entorno donde la persona mayor está para favorecer sus desplazamientos y mantener su autonomía; para esto es oportuno ajustar:

  • Puertas: amplias, de peso ligero y que sean fáciles de abrir o cerrar.
  • Habitaciones y pasillos: anchos y despejados, para la movilización en sillas de ruedas o andadores.
  • Mobiliario: retirar muebles que interfieran en la deambulación, o colocarlos estratégicamente como ayuda o puntos de apoyo.
  • Barandas: usar en pasillos para apoyarse.
  • Iluminación: adecuada y con interruptores en lugares accesibles.
  • Suelo: eliminar alfombras, cables o cordones que aumenten las caídas.
  • Lavabo: usar barras de sujeción, superficie antideslizante en la bañera, sillas para tomar el baño sentado y grifería de sencillo manejo.
  • Vestido: tener suelas antideslizantes en los zapatos.
  • Sillas: sólidas, pesadas, con respaldo alto y brazos.
  • Cama: con altura preferiblemente ajustable y elegir el colchón que convenga según sus necesidades.

3. Ayúdale a que mantenga una buena postura.

Este tipo de prevención incluye el tratamiento de complicaciones como contracturas articulares, rigidez, atrofia muscular, osteoporosis por inmovilidad y alteraciones similares a través del control postural.

Para evitar posturas viciosas y la aparición de lesiones, es aconsejable que realices ajustes posturales inicialmente cada 2 horas y después adaptar el tiempo según sea la necesidad (si aparecen problemas cutáneos como escaras, por ejemplo). Ideal que las lleves a cabo cuando la persona está en sedestación (sentado), levantándolo por las axilas desde atrás y alzando los glúteos por unos segundos).

4. Dispón artículos de apoyo.

Debido a que una persona de edad avanzada necesita plena confianza para moverse y perder el miedo, es altamente recomendable dotarla de estos elementos de apoyo:

  • Bastones: aligeran el dolor articular secundario a la marcha, aumentan la estabilidad y sirven como punto de referencia en déficit sensorial.
  • Muletas: aguantan todo el peso del cuerpo y proporcionan más sujeción, descarga y estabilidad.
  • Andadores: aguantan el peso de una extremidad inferior y no de todo el cuerpo.
  • Sillas de ruedas: con la postura correcta, brindan estabilidad.

Para que estas herramientas y prácticas funcionen, debes valorar el grado de movilidad de tu adulto mayor, así como detectar factores de riesgo, según recomienda el estudio “Síndrome de Inmovilidad, un Diagnóstico Muchas Veces Ignorado”.

La valoración geriátrica integral es decisiva para esto, porque evalúa su estado mental, social y funcional, así como detecta síndromes geriátricos (caídas, incontinencia urinaria, trastornos del sueño, uso inapropiado de medicación, etc.).

Solo así podrás definir qué actividades le conviene hacer y cuáles son sus necesidades.

Tu ayuda mejora su vida

En una etapa tan vulnerable como la vejez, las atenciones especiales que reciba la persona para mantener la buena salud son imprescindibles, sobre todo cuando hay movilidad reducida.

Con los cuidados adecuados y un compromiso constante, puedes estimular de forma regular los movimientos de tu ser querido y favoreces su autosuficiencia.

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