La pérdida gradual de la movilidad en tu adulto mayor es una complicación que, de no tratarse, aumenta la probabilidad de que contraiga enfermedades y reduce su independencia.
Para evitar el postramiento total, a continuación te explicamos la importancia de que tu ser querido reciba un tratamiento adecuado y recomendaciones que reducen el deterioro de funciones motoras y aseguran su autonomía.
Con el paso de los años, el cuerpo de un adulto en proceso de envejecimiento sufre cambios que afectan sus habilidades físicas y mentales, y más cuando lleva un estilo de vida sedentario.
De no fomentar prácticas que le permitan estar activo, el Área de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile advierte que la inmovilidad propicia la aparición de los siguientes problemas:
Por todo esto, es importante proveer cuidados especiales que disminuyan el riesgo de sufrir una calidad de vida restringida y en rezago.
La inmovilidad es un problema que se agudiza con el paso de los años y que afecta de manera negativa el bienestar. Para minimizar sus consecuencias y garantizar una capacidad de movilización apropiada, el libro “Tratado de Geriatría para Residentes” propone que implementes estas medidas:
Mantener un buen grado de movilidad es posible gracias a la actividad física. Las rutinas deben incluir ejercicios de:
Es importante que adaptes el entorno donde la persona mayor está para favorecer sus desplazamientos y mantener su autonomía; para esto es oportuno ajustar:
Este tipo de prevención incluye el tratamiento de complicaciones como contracturas articulares, rigidez, atrofia muscular, osteoporosis por inmovilidad y alteraciones similares a través del control postural.
Para evitar posturas viciosas y la aparición de lesiones, es aconsejable que realices ajustes posturales inicialmente cada 2 horas y después adaptar el tiempo según sea la necesidad (si aparecen problemas cutáneos como escaras, por ejemplo). Ideal que las lleves a cabo cuando la persona está en sedestación (sentado), levantándolo por las axilas desde atrás y alzando los glúteos por unos segundos).
Debido a que una persona de edad avanzada necesita plena confianza para moverse y perder el miedo, es altamente recomendable dotarla de estos elementos de apoyo:
Para que estas herramientas y prácticas funcionen, debes valorar el grado de movilidad de tu adulto mayor, así como detectar factores de riesgo, según recomienda el estudio “Síndrome de Inmovilidad, un Diagnóstico Muchas Veces Ignorado”.
La valoración geriátrica integral es decisiva para esto, porque evalúa su estado mental, social y funcional, así como detecta síndromes geriátricos (caídas, incontinencia urinaria, trastornos del sueño, uso inapropiado de medicación, etc.).
Solo así podrás definir qué actividades le conviene hacer y cuáles son sus necesidades.
En una etapa tan vulnerable como la vejez, las atenciones especiales que reciba la persona para mantener la buena salud son imprescindibles, sobre todo cuando hay movilidad reducida.
Con los cuidados adecuados y un compromiso constante, puedes estimular de forma regular los movimientos de tu ser querido y favoreces su autosuficiencia.
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