¿Sabías que para el 205o habrá 176 chilenos mayores de 64 años por cada 100 menores de 15 años? Esas son las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística. Esta no es necesariamente una cifra desalentadora, pues aunque envejece la población también aumentan factores positivos como una mayor esperanza de vida.
Lo que puede significar es que se requieren cada vez más medidas para atender de la manera más eficiente posible las necesidades de este segmento de la población chilena.
Una de esas medidas es la hospitalización domiciliaria, propuesta por el Servicio de Salud Metropolitano Sur del Ministerio de Salud de Chile como una herramienta de “asistencia más humanizada” que ayuda a evitar algunas consecuencias negativas de la hospitalización tradicional y promueve una “mayor satisfacción y participación por parte del paciente y sus familiares durante el tratamiento”.
Y un elemento clave del éxito de la hospitalización domiciliaria y, por ende, en la calidad de vida del adulto mayor, es poder contar con una cama clínica en el hogar para proporcionarle comodidad y seguridad durante el tiempo en que reciba los cuidados que requiere.
Ahora, ¿cuál sería la cama ideal para un adulto mayor en específico?
A la hora de elegir una cama clínica para un ser querido, las indicaciones del médico son la principal brújula. Aun así, antes de dar el siguiente paso hace falta conocer bien las opciones existentes y sus principales características para poder tomar la mejor decisión.
Según las necesidades específicas del paciente y las características del cuidador, cada cama clínica existente en el mercado ofrece diversas ventajas y desventajas:
Lo importante es elegir la que mejor se adapte a las necesidades tanto del paciente como del cuidador, teniendo siempre como premisa que una cama clínica busca proporcionar comodidad a una persona con movilidad reducida más no suprimir su movilidad; por lo tanto, cuanta mayor movilidad tenga un paciente, más sencilla debería ser su cama.
Tanto para los pacientes que pueden levantarse con frecuencia como para aquellos que permanecen en la cama y requieren curas, aseo y alimentación en ella, la adaptación de la altura de la cama con respecto al piso es una necesidad crucial, pues la comodidad del cuidador se traduce en una mejor atención para el paciente mientras que el paciente disfruta de mayor comodidad y seguridad a la hora de entrar y salir de su cama.
Si un adulto mayor cuenta con una persona joven que le atienden diariamente, una cama manual estará bien para él. Ahora, cuando se trata de un adulto mayor que cuida de otro adulto mayor, lo ideal es que pueda contar con una cama eléctrica para reducir el esfuerzo necesario para los cambios de posición requeridos.
Vistas las ventajas y desventajas de cada tipo de cama, se puede concluir que la cama que mejor atiende las necesidades de la mayor parte de la población estándar es la cama eléctrica de tres posiciones, pues permite ajustar su altura con respecto al piso – lo cual redunda en comodidad para el cuidador y seguridad para el paciente que puede levantarse – y ser operada directamente por el paciente o de manera más cómoda que la manual por el cuidador.
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