Si no hay suficiente oxígeno, nuestro cuerpo no funciona bien, nuestras células no producen energía como deben y nuestros órganos pueden sufrir daños.
Cuando respiramos, el oxígeno entra a través de nuestros pulmones y es distribuido a todos los órganos y tejidos. Sin embargo, algunas condiciones médicas pueden afectar este proceso y hacer que los niveles de oxígeno en sangre sean demasiado bajos.
En estos casos, la oxigenoterapia se convierte en un tratamiento útil y eficaz, ya que nos permite darle una mayor cantidad de oxígeno a nuestro cuerpo cuando más lo necesita.
Entendiendo la oxigenoterapia
Este tipo de terapia respiratoria se realiza usando un dispositivo que administre este gas vital, como un concentrador de oxígeno o tanque de oxígeno.
Su principal objetivo es proveer oxígeno para inhalar a quienes, por alguna condición o enfermedad, tienen niveles de oxígeno demasiado bajos.
Generalmente, la oxigenoterapia es recetada a pacientes que sufren o han sido diagnosticados con lo siguiente:
- Un ataque de asma severo
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC
- Neumonía
- COVID-19
- Insuficiencia cardíaca en etapa tardía
- Apnea del suelo
- Fibrosis quística
Riesgos de usar la oxigenoterapia
Si bien la oxigenoterapia puede brindar muchos beneficios a pacientes con enfermedades cardíacas, respiratorias o del sueño y es generalmente segura, hay algunos efectos secundarios y riesgos relacionados. Estos incluyen los siguientes:
- Hipercapnia: Si se administra demasiado oxígeno suplementario, la cantidad de dióxido de carbono en nuestro cuerpo puede disminuir considerablemente, provocando hipercapnia.
- Irritación nasal: Al usar concentradores de oxígeno u otros aparatos para administrar este gas, muchos deben emplear cánulas nasales. Usar estos dispositivos de forma prolongada puede causar irritación en la nariz.
- Quemaduras: Ya que el oxígeno puede ser inflamable, hay riesgo de incendios, especialmente si el dispositivo que administra este gas se instala cerca de una fuente de calor. Si se usa oxígeno líquido, el cual se administra a muy bajas temperaturas, los pacientes también pueden sufrir quemaduras.
- Daño pulmonar: Muchas personas pueden recibir oxígeno en casa. Sin embargo, deben ser extremadamente cuidadosos, ya que administrar inadecuadamente el oxígeno puede causar daños en nuestros pulmones, especialmente si hemos sido diagnosticados con una enfermedad pulmonar preexistente.
- Sequedad en las membranas mucosas: Administrar oxígeno seco puede resecar las membranas mucosas, causando irritación y dolor en la garganta.
- Dificultad para dormir: Si administramos oxígeno en el hogar, el ruido de los concentradores de oxígeno u otros dispositivos usados para administrar este gas puede afectar nuestro sueño.
- Infecciones: Usar cánulas nasales por un período prolongado también puede aumentar el riesgo de sufrir infecciones respiratorias.
- Problemas de visión: El oxígeno suplementario también podría afectar la visión de pacientes con visión borrosa, especialmente si se usa a largo plazo.
- Dependencia: En algunos casos, podemos volvernos dependientes al oxígeno suplementario y experimentar dificultades respiratorias cuando no usamos este gas.
- Riesgo de explosión: Además de quemaduras, las propiedades inflamables del oxígeno también aumentan los riesgos de explosiones si el dispositivo está cerca de una fuente de calor, se cae, hay una grieta o se pone en una posición inadecuada.
¿La oxigenoterapia puede causar dependencia o adicción?
El oxígeno es visto como cualquier otro medicamento. Por lo tanto, se considera tóxico y podría causar dependencia si se usa por un período prolongado.
Además, si es usado por personas que no lo necesitan, también podría causar efectos secundarios, como cansancio, dolores de cabeza durante las mañanas, y nariz seca o irritada.
La oxigenoterapia ofrece múltiples beneficios a pacientes diagnosticados con enfermedades respiratorias y a quienes sufren una condición cardíaca o que afecte sus niveles de oxígeno en sangre.
Sin embargo, como todo tratamiento que involucre medicamentos, hay riesgos y potenciales efectos secundarios. Por esa razón, antes de empezar este tipo de terapia respiratoria, es indispensable hablar con un médico.
Expertos pueden autorizar su uso y darnos las indicaciones correctas para usar un dispositivo de administración de oxígeno en casa.