¿Cómo asear a un paciente en cama?

Camas Clínicas
Cuidadores Adulto Mayor
Mariví Coello

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Cuando tienes a un ser querido en proceso de recuperación posoperatoria o que, por cualquier motivo, no puede levantarse de la cama, quieres brindarle todo tu apoyo para que pueda seguir adelante.

Uno de los mayores retos en estos casos es aprender a proporcionarle aseo en cama, una tarea que requiere de procedimientos específicos. 

Por suerte, hoy en día esta información está al alcance de cualquiera en plataformas online de instituciones de la talla de la Unidad de Currículum y Evaluación Ministerio de Educación de Chile, el Liceo Politécnico San Luis, Mediline Plus y el Consejo General de Enfermería de España.

Aprende cómo trasladar a un paciente de la cama a la silla de ruedas

En el paso a paso que te dejamos a continuación, te describimos el protocolo de aseo de un paciente encamado según lo recomiendan la mayoría de las instituciones como esas.

Todo lo que debes saber para asear a tu familiar en cama

El aseo se lleva a cabo por secciones, limpiando siempre primero las áreas más limpias y luego las más sucias y siguiendo tres pasos: paño con agua de jabón, paño con agua sin jabón y paño seco. 

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Inicia con el paciente en posición boca arriba:

  1. Cabeza. Como no tiene que hacerse a diario y es un procedimiento un poco menos simple que el aseo del resto del cuerpo, dedicamos un artículo completo al lavado de la cabeza de un paciente en cama.
  2. Rostro y cuello. Toma un paño o una mota grande de algodón humedecido en agua con un jabón para piel sensible y pásalo en movimientos circulares y suaves por la frente, las mejillas y la nariz del paciente. Pasa luego el paño húmedo en agua sin jabón y finalmente usa el paño seco. Seguidamente, limpia con el paño con jabón por detrás de las orejas y luego por el cuello, por delante y por detrás. Retira el jabón y seca de inmediato.
  3. Brazos. Empieza por el hombro y limpia hasta la mano, primero por la cara anterior y luego por la posterior. Asegúrate de frotar cada dedo y de que ambas manos queden bien limpias y secas. Si puedes, usa un cepillo suave para lavar debajo de las uñas. Pasa luego a las axilas, que frotarás suavemente en movimientos circulares.
  4. Torso. Frota suavemente con el paño con jabón todo el pecho y el abdomen del paciente. Si es mujer, asegúrate de limpiar y secar muy bien y con cuidado la zona debajo de sus pechos. Limpia de una vez sus costados.
  5. Piernas. Comienza por la parte superior del muslo, hacia el tobillo, por la cara anterior y posterior. Frota suavemente y ve flexionando las piernas del paciente, según lo permitan sus condiciones, para facilitar el aseo. Recuerda secar y cubrir de inmediato.
  6. Genitales. Recuerda proteger antes la cama con un buen centro de cama o una pieza de hule. Lo ideal es que se puedan colocar las piernas del paciente flexionadas y ligeramente separadas. Frota suavemente los genitales y toda la piel que los rodea con agua con abundante jabón, preferiblemente especial para la zona íntima. Pasa el paño con agua sin jabón tantas veces como sea necesario. Seca con presión ligera.
  7. Pies. Frota suavemente con el paño con jabón por ambas caras, con especial atención entre los dedos. Si puedes, usa un cepillo de cerdas suaves para lavar debajo y alrededor de las uñas.

Seguidamente, coloca al paciente acostado de lado, sobre un lado de la cama. Para ello, flexiona una pierna y coloca el brazo del mismo lado sobre el abdomen del paciente. Luego, aplica fuerza suave sobre su espalda y cadera hasta lograr llevarlo a la posición buscada. Procede a lavar la espalda, la cadera y los glúteos, primero con el paño con jabón, luego sin jabón y finalmente el paño seco. 

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Antes de devolverlo a su posición inicial, aprovecha para cambiar las sábanas soltando las esquinas de las sábanas sucias y calzando las sábanas limpias. Desliza las sábanas limpias por debajo del cuerpo del paciente, sujetándolas firmemente en tus manos y aplicando fuerza hacia el colchón y hacia el lado donde se encuentran las sábanas viejas, de modo que las limpias desplacen a las otras. Devuelve suavemente al paciente a su posición inicial y repite el procedimiento para volver a acostarlo de lado, esta vez del contrario.

Termina de remover las sábanas viejas y calzar las limpias. Aprovecha para limpiar, con un paño semihúmedo el lado del paciente que falta por limpiar. Removidas por completo las sábanas sucias, puedes vestir al paciente como de costumbre, dejarlo descansar y tomarte tú un descanso. La ropa de cama se cambia cada vez que se le proporcione aseo al paciente, en especial cuando se lava la cabeza. Lo ideal es que sea diario. 

Al terminar, deja todo lo más ordenado, limpio y seco posible: limpia las superficies que se hayan salpicado de agua y donde hayas puesto la ropa sucia del paciente y de la cama. La sensación de descanso y relajación será mayor para el paciente y para ti también.  

 

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Recomendaciones adicionales

Para evitar resfríos o incomodidad para el paciente, cierra puertas y ventanas antes de iniciar el proceso y ve desvistiendo y volviendo a vestir, o al menos cubriendo con una cobija hasta terminar, cada sección que vayas aseando; nunca desnudes completamente al paciente.

Ten cuidado con los ojos y oídos. Evita que entre agua o jabón. En los oídos puedes colocar tapones de algodón.

Retira el jabón y seca cada sección inmediatamente después de limpiarla. 

Seca siempre en toques con ligera presión, nunca frotando. 

Protege la cama de la humedad colocando piezas de hule, centros de cama o bolsas plásticas amplias debajo de cada sección que vayas a limpiar. 

Involucrar al paciente, dentro de sus posibilidades, hará el proceso más llevadero. Antes de iniciar el procedimiento, descríbeselo en un tono gentil y avísale que le irás indicando en cada paso lo que necesitas que vaya haciendo. Al darle indicaciones, usa expresiones claras y simples como “flexiona la pierna derecha” o “apoya los talones y sube la cadera”.

Para tu comodidad y evitarte lesiones a ti y a tu adulto mayor, trae a la habitación todo lo que vas a utilizar: recipientes, esponjas, paños y toallas secas, productos de higiene del paciente (jabón hipoalergénico, para pieles sensibles o según indicaciones del médico), bolsa para ropa sucia, ropa limpia (de cama y del paciente) y colócalo en una superficie plana y firme cerca de la cama. Asimismo, despeja el camino: retira accesorios de la cama (mesa auxiliar, porta suero), alfombras y banquillos del piso y todo objeto que se encuentre entre la cama y tú. Así estarás más cerca del paciente y reducirás riesgos de lesiones para ambos.

Aprovecha todos los recursos que tengas disponibles. Paséate atentamente por los anaqueles de tu proveedor de insumos de salud de costumbre, pues hoy en día hay una amplia gama de productos que podrían facilitarte mucho la vida, como lavacabezas para cama clínica y jabón o champú sin enjuague. Asimismo, a tu familiar podría gustarle que frotes partes de su cuerpo, como los pies, la cara o la espalda con cepillos de cerdas suaves, para una mejor circulación y mayor relajación. Consulta con tu médico si le conviene que incluyas algún ungüento antiescaras o una loción contra la resequedad.

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